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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Realidad y simulacro.

  Organice usted un falso hold–up. Asegúrese de que sus armas sean totalmente inofensivas y utilice un rehén cómplice a fin de que ninguna vida sea puesta en peligro (pues de lo contrario acabará en la cárcel). Exija un rescate y procure que la operación alcance la mayor resonancia. En suma, intente que el asunto resulte «verdadero» para poder poner a prueba la reacción del sistema ante un simulacro perfecto. No va usted a lograrlo: su red de signos artificiales se liará inextrincablemente con elementos reales (un policía disparará de verdad; un cliente del banco se desvanecerá y morirá de un ataque cardíaco; puede que incluso le paguen el rescate). (Baudrillard, J. Cultura y simulacro )            Sacada de este fragmento del texto de Baudrillard parece una noticia del día 25 de diciembre del corriente año, en el diario Página 12 (Argentina). Bajo el título “El suicidio más raro del mundo” [1] , se nos informa sobre el caso de ...

El espectáculo del odio.

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  El espectáculo del odio. Un éxtasis de miedo y venganza, un deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros con un martillo, parecían recorrer a todos los presentes como una corriente eléctrica convirtiéndole a uno, incluso contra su voluntad, en un loco gesticulador y vociferante. Y sin embargo, la rabia que se sentía era una emoción abstracta e indirecta que podía aplicarse a uno u otro objeto como la llama de una lámpara de soldadura autógena. [1]               Esta idea “ orwelliana ” de los “dos minutos de odio” nos anticipa lo peligroso que este sentimiento puede llegar a ser a la hora de poseer uno mismo sus propios pensamientos. Este éxtasis de miedo y venganza , el deseo de aplastar canalizado en una figura cualquiera -posible de aplicar a cualquier objeto-, se torna un alimento para la condición insatisfecha del hombre (o de la mujer) que precisa de un enemigo para sostener lo que podríamos identificar...

¿Es libre la libertad?

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  ¿Es libre la libertad? Introducción.            Libertad . Una palabra poderosa y polémica; una virtud o un vicio; un valor o un eslogan. La palabra libertad, en el uso común, parece definirse de manera obvia: la entendemos, en general, como la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos” [1] .          Lo cierto es que, si bien la cuestión parece sencilla a simple vista, profundizar en el término nos conduciría a un debate, considero yo, espinoso, donde se juega uno de los valores (¿valor, cualidad, don?) de la humanidad. Algunas preguntas disparadoras podrían ser las siguientes: ¿Es el hombre [2] libre por naturaleza?, ¿el hombre siempre elige de acuerdo a su voluntad?, si la voluntad existe, ¿de dónde sale, es decir, responde a leyes de causa-efecto, o no lo hace?, si hablamos de causalidad en la voluntad,...