Recordar el pasado y registrar el pasado. Reflexiones sobre la construcción o reconstrucción de la historia.

      

      


    El día de ayer, 6 de enero de 2024, viajamos junto a mi hermano y mi mamá hacia la ciudad de Luján con la intención de visitar un castillo conocido con el nombre de “Castillo Naveira”. En resumidas cuentas, nuestra intención se frustró porque había un barrio privado montado a los alrededores del castillo, y la seguridad del barrio en cuestión declaró que aquella edificación que cumple más o menos dos siglos de antigüedad ya no abría sus puertas al público. Pero ya que habíamos hecho el paseo hasta Luján, decidimos entonces visitar la renombrada Basílica, una construcción que constituye un símbolo de la religión católica en la provincia de Buenos Aires.

            Pero como este texto no va del pasado del siglo XIX, sino de mi propio pasado o el pasado que yo pude pasar, no voy a seguir dando detalles de la basílica, no porque no sea un monumento y una construcción de la que no haya nada que decir (es, sin duda, un edificio impresionante y de unas formas geométricas hoy en día excepcionales), sino porque mi intención es reflexionar sobre materiales que me son más conocidos y propios. Y el primer material sobre el que voy a trabajar es un ticket impreso por la cabina de peajes de la empresa “Autopistas del oeste”, cuando me encontraba manejando sobre la Ruta 7, ya despidiéndome de la ciudad de Luján y viajando con el atardecer a mi derecha.

            ¿Por qué un ticket?, porque el ticket aparece acá como una forma de registrar el pasado. Cuando yo paso por el peaje, y pago el costo de este, se me expende el ticket. En el mismo, constan los datos fiscales de la empresa que cobra el ticket, la fecha en la que la empresa inicia sus actividades, el tipo de comprador, un código que no sé qué es, la fecha en la que se imprimió, la hora, el sitio en el que el peaje fue cobrado, el número de ticket y el pago. Este comprobante, que usualmente termina en el tacho de basura de mi casa, esta vez acabó guardado en un folio como un registro del pasado. Y ahora vienen las preguntas por los fundamentos (o las preguntas filosóficas). ¿Es el ticket un elemento que funcione para registrar el pasado?

            En primer lugar quisiera también sentar el sentido del concepto de “pasado” en este lugar (en este escrito). Acá vamos a entender por pasado un tiempo pretérito. Pero un tiempo que ya fue no solo subjetivamente, sino intersubjetivamente. Es decir, no soy solo yo desde mi estado psicológico que determino que aquello que recuerdo ya sucedió y finalizó en otro tiempo que no es el presente. Otros pueden ayudarme a reconocer y a determinar aquello como un acontecimiento que ya sucedió, que ya acaeció (mi mamá, mi hermano o algún amigo a quien le haya contado que hice mi viaje). Ahora nos pondremos histéricos. Supongamos que yo tengo que demostrar que efectivamente, en algún momento de mi vida, visité la basílica de Luján. Intervención abrupta al hilo de la argumentación: ¿Por qué tendría que demostrar yo que ayer, 6 de enero, fui a Luján? Esta pregunta puede tener múltiples respuestas y, además, la razón puede estar determinada por otra pregunta, esta es, ¿ante quién tengo que dar cuenta de lo que he hecho en el pasado y de los lugares que he visitado?

            Algunas de las razones por las cuales tendría que demostrar que he estado en Luján son las siguientes: justificar mi ausencia a una reunión de amigos; dar cuenta de mi paradero para demostrar que no es posible que haya sido victimario de un crimen; dar pruebas de que he sido testigo físico de algún acontecimiento; darle credibilidad a una descripción sobre el lugar (no es lo mismo describir un lugar habiendo visto solo fotografías, que estando presente corporalmente allí mismo) … ¿Y que hay respecto a la segunda pregunta?, es decir, ante quién tengo que dar cuenta de lo que he hecho en el pasado. Quizás la segunda pregunta nos diga algo sobre la fuerza con que debamos respaldar aquel pasado que pretendemos dar a conocer. Por ejemplo, si quiero demostrar que he estado en Luján ante unos amigos, quizás solo baste mencionar aquella ciudad, nombrar la basílica, algunas características de su edificación y de la enorme plaza que se extiende a los pies de este edificio religioso, la cual cuenta con una fuente donde graciosamente se bañan algunos niños y donde los árboles para refugiarse del sol brillan por su ausencia. Si mis amigos alguna vez fueron a Luján, y escuchan esto que les digo, seguramente alcance para que ellos crean que efectivamente yo he estado allí en ese momento. Pero si tengo que demostrar que el 6 de enero he estado en Luján ante un juez, porque se me acusa de robo a mano armada ese mismo día en la localidad de José Clemente Paz, y las pruebas en mi contra son los vídeos de una cámara de seguridad que captan a una persona cuyos rasgos faciales son similares a los míos, entonces mi simple relato testificado no sea una prueba convincente de que yo no pude haber sido el culpable de aquel delito.

            Lo anterior nos puede llevar a la siguiente conclusión: la intersubjetividad, en ocasiones, no es suficiente para determinar si un hecho o suceso aconteció en el pasado. Hace falta un material objetivo que garantice la posibilidad del hecho pasado. ¿La posibilidad meramente?, ¿no su carácter de hecho demostrado, que ocurrió verdaderamente? Bueno, creo que debemos seguir matizando un poco. Dependerá, en todo caso, del tipo de registro. Y ahora volvemos con el ticket. Supongamos que yo tengo que elaborar mi propia biografía para dar cuenta de algunos sucesos ocurridos en argentina durante el año 2024, y que yo quiero dar testimonio, en mi biografía, de cómo se vivía en Luján, y empiezo a contar que los infantes se bañaban en las fuentes de la plaza, que la campana de la basílica sonaba con el inicio de una nueva hora, que la ribera de Luján estaba bastante descuidada, llena de pastos, flores silvestres y una casa sin acabar habitada por personas que no eran propietarias… Si yo adjunto al testimonio imágenes y distintos documentos, como puede ser el ticket del peaje por el que pasé ese determinado día a una determinada hora, la reconstrucción de la historia puede tener mayor objetividad, ya que aporto materiales que apoyan el hecho de mi presencia en aquel lugar. Si yo simplemente cuento mi historia, puede resultar interesante, pero quizás no pueda constituir un material valioso para hablar de cómo era Luján en el año 2024, o de lo que allí ocurría, quizás para dar argumentos a favor o en contra de los jefes municipales de aquel entonces, o con alguna otra finalidad.

            Olvidándonos de mi paseo por Luján, el ticket puede sernos útil como registro histórico que pretenda dar cuenta de otra realidad histórica, como, por ejemplo, la existencia del peaje, el precio del paje en una determinada época, y así compararlo con el precio en épocas anteriores, y construir una historia de la inflación y vincularla con la gestión estatal de un gobierno en particular, etc. En este momento, entonces, estamos aprovechando ese material que registra el pasado para la reconstrucción de una historia. A raíz de esta afirmación me surge una pregunta, y es si acaso la historia puede ser recordada. ¿Pero de qué hablamos cuando invocamos el concepto de recuerdo?, ¿es un acto físico, es la expresión de una idea o concepto, o se trata de una acción psicológica? Yo me inclino por la tercera, aunque no voy a ofrecer razones para apoyar esta afirmación. El recuerdo es, a mi entender, una función psicológica, de alguien que de alguna manera reconoce que vivió o experimentó algo en un momento que no fue el presente, sino el pasado. El recuerdo es propio de una persona que ha tenido un cierto desarrollo en el mundo en el que actúa. Y el recuerdo puede ser incluso validado intersubjetiva y objetivamente, pero lo que no se puede es recordar algo que no se haya vivido.

            Hemos recorrido temáticamente no solo el pasado propio, sino el pasado intersubjetivo y el pasado objetivo que puede construirse y reconstruirse a partir de registros y materiales que podamos reconocerles como documentos anclados en un tiempo y lugar determinables. También hemos reflexionado sobre la demostración de hechos pasados, de algo que ha sucedido en algún momento que ya no es presente, y nos preguntamos sobre las razones de la demostración y sobre la relación entre el que demuestra y el que juzga la demostración. No fuimos rigurosos, pero creo que podemos sacar algunas conclusiones: El tiempo tiene un valor sí y solo sí se trata de la vida de las personas; el pasado existe en relación con las personas que actúan y se desenvuelven en el mundo; la reconstrucción histórica debe tener una finalidad concreta, y tiene que apoyarse en registros y documentos. No queda suficientemente claro cuál es la finalidad de la reconstrucción histórica, ni tampoco queda claro si el pasado explica necesariamente el presente.

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