¿Cómo dormir tranquilo?

Artista: Steve Warburton


¿Cómo dormir tranquilo?

¿Cómo?, he ahí la cuestión. No sufro de insomnio, afortunadamente. Tampoco se podría decir que duermo “intranquilo”. Simplemente, duermo. Pero, ¿cómo? ¿Cómo?, incendios forestales; poblaciones enteras luchando por comida; grandes productores desechando alimentos por no poder ubicarlos en el mercado; barrios y regiones donde no llega el agua; sistemas de gobierno representativos corruptos…

Personalmente, duermo. Hay que discernir entre aquellas cosas que están en nuestro poder, y aquellas que no dependen de nosotros. ¿Pero hasta qué punto?, ¿hasta qué punto voy a dejar que permee la indiferencia, si mi consciencia me dice que no hay justicia?, ¿hasta qué punto voy a tolerar la injusticia, por más que no esté en mi poder revertirla?


La comunicación es tan amplia, tan masiva, tan difundida y tan unificada… Pero, aun así, cada quien habita un mundo, su mundo. Y es la indiferencia un mecanismo de protección de la propia psique y de la propia moral. Se nos muestra a través de una representación el mundo de lo-uno, una representación animada por quién sabe qué poder. Pero no existe tal mundo, sino en el campo de la opinión pública, que solo sirve para legitimar acciones y criterios de quienes concentran el poder.

¿Y cómo dejamos, si cada uno es un mundo, su mundo, cómo dejamos que esta representación de lo-uno permee? Y, he aquí, mi teoría, fundada en ningún criterio más que el de la lógica de la fragmentación y especialización, y las desventajas que estas dos operaciones que se dan en la sociedad generan sin una adecuada organización e interconexión comunicacional: vivimos separados, cada vez más, más conectados, pero no mejor comunicados. Esos mundos que tan separados yacen, y que tan abocados se encuentran en su especialización, tienen poco tiempo de conocerse entre ambos. Esos mundos, al mismo tiempo, se ven atravesados por la opinión, por la representación, de lo-uno, que nos moldea para interpretar la “totalidad” a su antojo.


Mientras más nos especializamos, y mientras más nos fragmentamos, sin la constitución de una compleja comunicación multilateral, más nos alejamos, más nos desconocemos. Mientras más nos alejamos, menos poder concentramos: porque no posee una persona más poder que diez organizadas. Mientras más atendemos a la opinión de lo-uno, a aquella representación que nos muestran cosas horribles, cosas descabelladas, que no padecemos sino cuando las vivimos en carne propia; mientras más nos dosifiquen contenido espantoso y alarmante, que solo podremos digerirlo con indiferencia si queremos continuar durmiendo “tranquilos” … Mientras siga sucediendo esto, pocas puertas a un mundo más humano, igualitario y pacífico se nos abrirán.

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